martes, 21 de julio de 2020

Pabellón Argentino XVII Biennale di Venezia Arquitectura. Italia


¿COMO VIVIREMOS JUNTOS?

Como plantea el arquitecto Hashim Sarkis: “Necesitamos un nuevo convenio espacial. Necesitamos un espacio en el que podamos vivir generosamente juntos, como comunidades emergentes que demandan equidad, inclusión, respeto por la diversidad cultural e identidad espacial”.
Pero antes, necesitamos replantear conceptualmente el espacio de convivencia, y en ese replanteo se lo resignifica, haciéndolo trascender los límites físicos que fueron tenidos en cuenta por los movimientos de organización nacional constitutivos de los constitucionalismos de fines del siglo XIX, incluido nuestro país, donde hubo un esfuerzo por hacer coincidir un repertorio cultural, entendido por creencias y valores compartidos, con el territorio, con el suelo y características de una población que le brindan sustento. Esto último es más propio de fundamentalismos culturales que hoy se encuentran en crisis,… “solo los fundamentalistas querrían,…hacer coincidir las fronteras de la cultura con los de la identidad…” (Grimson, 2011) y causa de esta fractura han sido en gran parte las nuevas tecnologías digitales según Denis De Moraes. Debido a las migraciones las personas se desplazan con sus significados culturales que se asientan y los significados también se desplazan aun cuando las personas permanezcan en el mismo territorio, eso en virtud de la velocidad de los medios de comunicación y conexión, entonces los códigos de cultura se desterritorializan. Denis de Moraes y Jesús Martín Barbero coinciden en que los medios de comunicación y las redes además de difundir el repertorio cultural se vuelven estructurales, nos configuran a través de la impresión de nuevos códigos, nuevas formas de percepción y sensibilidades en la manera que aprendemos el mundo que nos rodea.

 
 

Se presenta una problemática que es la articulación de la diversidad cultural. Slavoj Zizek en su “Ideología, un mapa de la cuestión” nos habla del discurso de nuestra contemporaneidad como un sistema de creencias, de valoraciones que nos atraviesan y que se exterioriza mediante prácticas, rituales sociales, que en su exteriorización aparece ese gran Otro que interpela al individuo, lo enfrenta y lo obliga al auto-reconocimiento, al reconocimiento del otro, el yo diverso y la posición que ocupan en la universalidad.
Por tanto, tenemos un espacio de convivencia resignificado, el aquí, distinto al territorio sustento nacional del modelo racionalista, entendido ahora como la interfaz, el lugar donde convergen las expresiones culturales diversas que son recreados o reinventados de acuerdo a circunstancias que tienen que ver con políticas determinadas, o contextos históricos, la contemporaneidad, el ahora, por definición cambiante que determina las relaciones. Surgen nuevos procesos identitarios que pierden el color local, se articulan, y según dice Homi K. Bhabha, “inician nuevos signos de identidad, y sitios innovadores de colaboración y cuestionamiento, en el acto de definir la idea misma de sociedad”.
Es en la emergencia de los intersticios en donde se negocian las experiencias intersubjetivas y colectivas y abren la posibilidad de la hibridez cultural. Al respecto Nestor Garcia Canclini reivindica las múltiples hibridaciones que tienen lugar, entre lo moderno y lo tradicional, la tecnología masiva y las formas regionales, que rompen con los cánones identitarios.
El eje del debate es hoy el individuo posmoderno de identidades múltiples, fragmentadas, que participa interculturalmente en un espacio híbrido superando con fluidez la correspondencia lineal entre etnia, territorio y cultura.
“…Todos los días vemos que se producen transformaciones en los modos de hablar, de comunicarnos, nos estandarizamos en pautas de comportamiento, de vestimenta, de consumo que nos proporciona identidades globales uniformes, por tanto hace que se desdibuje la relación acabada entre cultura e identidad. Afirma el autor que: “Las culturas son más híbridas que las identificaciones…” (Alejandro Grimson, 2011:83)
En la interculturalidad pueden darse relaciones de tolerancia o de tensión, desde que la cultura no tiene un signo único sino que los sectores pugnan por él. Maffesoli, afirma que seguramente debamos acostumbrarnos a vivir con el conflicto que generen las identificaciones
múltiples al contrario del ideal moderno unificante que consistía en borrar el conflicto. Sostiene que puede darse en esta era posmoderna una "armonía conflictual" como equilibrio en la tensión.
Según Touraine, el objetivo de una sociedad multicultural debe ser el de permitir que todos los individuos puedan trabajar juntos y que, al mismo tiempo, sus diferencias culturales sean reconocidas. Sólo puede haber sociedad multicultural si ninguna mayoría atribuye a su forma de vida un valor universal. Debe posibilitarse la construcción de espacios consensuales y no conflictuales.
“…No quiero que mi casa quede totalmente rodeada de murallas ni que mis ventanas sean tapiadas. Quiero que la cultura de todos los países sople sobre mi casa tan libremente como sea posible. Pero no acepto ser derribado por ninguna ráfaga…” MAHATMA GHANDI

 
 

ARGENTINA, TIERRA FERTIL PARA LA INTERCULTURALIDAD.

En estas tierras conviven hoy partes de una población de diverso origen. Tenemos aquella que hunde sus raíces en las poblaciones originarias y que han vivido últimamente procesos valiosos de reconocimiento cultural y aquellas cuyos orígenes se inscriben en la épica del inmigrante, tan presente en nuestros afectos y tan vinculada a la cultura del trabajo, el esfuerzo y el progreso social y económico
Podemos decir que la Argentina se constituyó de forma espontánea en el campo de juego para los primeros escarceos en los cruces de manifestaciones y sistemas culturales disímiles, destinados a convivir en tiempo y espacio.
Como resultado de un proceso de adaptación pacífica, que no ha estado ajeno a complicaciones temporales, internas y externas, el nuestro es un país reconocido mundialmente por su vasta y diversa cultura. Con grandes hitos institucionales que se inscriben en importantes movimientos sociales como el mutualismo, el cooperativismo y las sociedades de socorro y fomento, que reconocen su nacimiento en el aporte común, en el esfuerzo mancomunado y la solidaridad con el objeto de satisfacer intereses colectivos. Hijas de estas organizaciones sociales son las instituciones que el Estado hizo suyas y las extendió a través de las regulaciones normativas y que hoy gozan de reconocimiento mundial, como son los sistemas de participación y gestión pública, la Educación y la Salud Pública Universal y gratuita, que son emblema y orgullo nacional.
Estas características particulares han determinado que los habitantes en su mayoría seamos la confluencia de distintas ascendencias de origen. Conformamos una sociedad que ha sido mediada por distintas expresiones y contextos históricos tanto como por las nuevas tecnologías, y en el proceso identitario vivido nos hemos apropiado de repertorios que reconocemos como propios y que a estas alturas ya no podemos ni sabemos escindir de lo que los puristas llamarían el “ser nacional”. Gozamos de identidades culturales múltiples y fragmentadas. Múltiples por la diversidad, y fragmentadas porque entramos y salimos de ellas con naturalidad, podemos celebrar nuestra hispanidad o italianidad con apetitosas comidas mientras usamos ropas de una marca americana, o podemos emocionarnos y vivir un rito oriental porque conecta con nuestra propia emoción y tocar el kultrun y comulgar con más de un credo.
La imagen representativa que todos tenemos en mente cuando pensamos en la épica de la diversidad son los barcos. Podemos simplificar diciendo que la diversidad cultural vino a bordo de los barcos, y que estos mismos la llevaron a otros destinos.
Los barcos son el hogar temporal de distintas manifestaciones culturales, que surcan aguas territorio de nadie, no hay imposición ni expresiones más importantes que otras, y a medida que se acercan y entran en aguas territoriales comienzan las primeras manifestaciones de intercambio con nuestras tierras, el viento del continente que los atraviesa, los aromas de tierra firme, el rumor de las ciudades, el color local.
El barco es un lugar de transición, es temporal para muchos y sin embargo está hecho para durar, para trascender la transitoriedad de los pasajeros, porque debe durar para ser usado por otros, y otros después.

Argentina ha hecho un valioso aporte en la trama intercultural, ha provisto y sigue proveyendo la tierra fértil para la hibridez multicultural. Es el lugar del "entre-medio" (in-between), la tierra roturada para que germinen, crezcan ricas mezclas de viejos y nuevos repertorios culturales.
En esta convergencia, en la que nuestro país no es ajeno, la preocupación actual convoca a un accionar universal, comprometido con el cuidado del medio ambiente, promoviendo el uso racional y consciente de los recursos naturales. Cabe destacar que la casa de todos es el planeta. El lugar que todos necesitamos. La casa que hoy flota en aguas turbulentas con su inestabilidad inevitable, donde necesariamente habitamos y también en la que sobrevivimos.
Michael Serres en su libro “El Contrato Natural” nos invita a una reconciliación del ser humano con la naturaleza, reflexionando en torno a la temática ambiental y a una perspectiva ecológica. Somos nosotros los depositarios de los “derechos del planeta”, proponiendo un cambio conceptual, un diálogo entre naturaleza y hombre.
Como dice Zygmunt Bauman “… Es por eso que el desafío que enfrentamos es que estamos todos, por así decirlo, en el mismo barco; tenemos un destino común y nuestra supervivencia depende de si cooperamos o luchamos entre nosotros. De todos modos, a veces diferimos mucho en algunos aspectos vitales. Tenemos que desarrollar, aprender y practicar el arte de vivir con diferencias, de cooperar sin que los otros pierdan su identidad, a beneficiarnos unos de otros no a pesar de, sino gracias a nuestras diferencias.”


PROPUESTA

La propuesta consiste en una estructura de madera muy simple que trae a nuestra memoria la imagen de un barco o de un muelle como lugar del encuentro, la diversidad y la convivencia.
Se construye a partir de una sección repetible modular con variaciones en su desarrollo lineal, conformando un espacio elevado dentro de la Sala de Armas de los Arsenales (Primera fábrica de barcos del mundo occidental) Este espacio interior contiene la muestra del Envio Argentino distribuida en diferentes sectores de exposición. Posee múltiples accesos a través de escaleras y rampas ubicados en relación a los ingresos del Pabellón, haciendo referencia a la multiplicidad de aperturas hacia las diferentes culturas que conviven en nuestro país.
Hay diferentes formas de habitarla. Espacios disponibles para el encuentro, la contemplación, el desplazamiento, espacios de tensión o de tolerancia y espacios para el estar individual.
Una sucesión de telas blancas livianas semitransparentes organizadas en los intersticios de la estructura entreabren el espacio del barco y se mueven libres en la dirección de los vientos a través de un sistema de ventilación artificial.
Mediante la tecnología mapping se proyectaran imágenes del agua arrimando a nuestros bordes costeros.
Así el barco es el espacio resignificado de nuestro país que en esta construcción cultural trasciende lugar y tiempo.


EL ENVIO ARGENTINO

Hacia una “Visión 2020” invitamos a mirar críticamente este proceso de hibridación cultural que construye en nuestro país nuevas formas de acción.
Los lugares en donde podemos vivir juntos son aquellos que puedan dotarse de sentido. Los arquitectos solo podremos construir estos lugares si somos capaces de leer estos nuevos procesos complejos y estos espacios "entre-medio", trabajando colectivamente con otros
actores sociales para construir nuevos espacios de inclusión que puedan redefinir lo colectivo entendido como hasta ahora.
Nos parece pertinente entonces explorar las arquitecturas:
Que se construyen desde el mestizaje.
Las experiencias de integración con políticas urbanas. Operaciones urbanas en las de periferias.
Repensar en nuestro caso como hemos construido en la diferencia y como podemos hacerlo en el presente y futuro.
Pensar formas de transformación más eficaces a través de diferentes actores sociales y colectivos. Formas de autogestión. Arquitecturas participativas y de gestión socio-comunitaria.
Contruir espacios que establezcan nuevos modos y nuevas alianzas. Arquitecturas solidarias y de integración.
Espacios para nuevas formas de habitar: espacios de vivienda más diversos y dignos.
Arquitecturas de fronteras, geografías de asociación.
Conexión con otras especies, ecología, naturaleza.
Construcción de espacios de consenso, sin jerarquías supuestas o impuestas.

Autores: Rodolfo Torrás, Cristián Ferrera, Ana Arlía, Alejandro Vaca Bononato, Atilio Pentimalli
Asesora: Maria Cecilia Santapau (cultura)