“Mi casa era un abrazo con aromas,afuera el mar oleaba en adoquines…”
Al olor del hogar, Bersuit Vergarabat
La Ribera del Riachuelo, en su condición de orilla, ya contiene mucho de contraste surreal: un contexto conocido, familiar, donde las reglas y objetos son los reales, pero en un paisaje extrañado, rarificado, que se torna siniestro en el color del líquido: si solo se exageran sus rasgos particulares agudizando su "drama” se lo pone sutilmente fuera del control racional, resultando una fascinación nueva e inquietante... La contemplación de ruinas en medio de un presente transfigurado, una superficie continua de adoquines, elevaciones, entierros y revelaciones que contendrán la historia del conjunto y nos harán percibir un tiempo en estado más puro, un tiempo que no necesariamente resume ni completa la historia. Sí, la oportunidad de reconstruir un sentido del tiempo y, más allá de éste, recobrar la conciencia involuntaria y el devenir errático de la historia.
La operatoria de la Propuesta se basa en tres Ejes de Acción Pública. Sirven para señalar en los sitios de importancia simbólica, necesarios para comprender el tempo de la ribera del Riachuelo. Esto implica el tratamiento adecuado, diferenciado y sistemático de los sitios, junto a la generación de espacios públicos de cualidad urbana, de servicio y recreación.
El primer eje es la Memoria Natural: albardones, lagunas, vegetación, inundaciones y meandros. Recuerdos borrados del paisaje, pero fundamentales para reconstruir localmente el ecosistema: ALBARDONES (A)
Los cambios en los niveles fluviales traen aporte de sedimentos, flora y fauna. Los albardones son zonas de acumulación fluvial donde los sedimentos acarreados son depositados en mayor proporción formándose por ende una elevación. La construcción del albardón comienza con una disminución de la velocidad del agua que desborda durante un pico de creciente. Esto da lugar a una pérdida de capacidad de transporte del río, por lo cual se deposita la carga en exceso, haciéndolo en cada margen, generando el relleno progresivo de la planicie de inundación que llega hasta nuestros días. Estas elevaciones contendrán miradores y vegetación autóctona. También servicios como los estacionamientos a nivel, paradas, casillas, boleterías del lado urbano, puestos de feria, servicios sanitarios con duchas, mobiliario e iluminación pública, en relación al lado costero.
Desde lo paisajístico, se han considerado dos tipos de Albardones, uno el que contiene un sitio histórico, y el otro el que acompaña el borde del Riachuelo, en toda su extensión. Para particularizarlos, se utilizan dos tipos diferentes de forestación. En los Albardones Históricos se introdujo el color, inspirado en la clásica identidad de La Boca, siendo las especies el Ceibo y el Timbó. El ceibo es nativo y se resiembra solo, la floración es roja durante la primavera. El Timbó que es autóctono del norte, llega naturalmente hasta las orillas del Río de la Plata, y en invierno su estructura es el principal atractivo, con tronco color gris –plateado, ramaje retorcido y copa extendida con forma de sombrilla. En los Albardones del Paseo se plantan sauces criollos que es una especie que aparece naturalmente en las orillas del Riachuelo. El salix humboldtiana es una planta que casi todo el año está con follaje, salvo el mes de julio. La textura es fina y blanda se mece con el viento, en otoño es amarillo brillante, en la primavera su brotación es de un verde intenso. El Albardón se va recortando y allí emergen los forestales, los pies de los mismos se cubrirán con Melilotus alba, una especie que se ha naturalizado en los albardones de la costa del Río de la Plata. Es una herbácea de follaje etéreo, su floración en espigas es blanca, y al iluminarla por la noche con las luminarias fluorescentes tipo luciérnagas, la veremos a lo lejos como una niebla sobre el albardón. En el Riachuelo se dispone también de un muestrario de caracoles para utilizar en canteros, especies que se encuentran en las excavaciones: marinas, estuáricas, dulceacuícolas y terrestres.
El segundo eje es la Conciencia Urbana: barcos y muelles, inmigrantes y artistas, fábricas, conventillos de madera y barracas dieron forma a un paisaje histórico irrevocable. Ruinas y áreas que precisan cuidado y saneamiento reparador, bases tópico-puntuales para la refuncionalización y la identificación del patrimonial cultural: FONDEADEROS (F)
Los fondeaderos son lugares de intensidad. Hay suficiente profundidad en que la nave puede dar fondo, son sinónimo de puerto. Los puntos más bajos, buscan ser preservados como zonas arqueológicas/atractores culturales y proveedores de servicios. Allí estaba todo lo necesario para la vida y el trabajo en sociedad. En las excavaciones/fondeaderos se encuentran las zonas arqueológicas - todo lo que quedó enterrado.
El tercer eje es la gestión de la Herencia Técnica: dominar la infraestructura tecnológica y la contaminación. Se propone encauzar un despliegue integrador de adoquines, puentes, rieles, mobiliario, historia sanitaria y estaciones de bombeo contra inundaciones, como componentes extensivos y unificadores necesarios para la interpretación y el desarrollo de la conciencia global presente y futura: RIBERAS (R)
La ribera es la franja de tierra que está junto a un río o mar; es el terreno cercano al río, aunque no esté a su margen: la ribera forma las tierras bajas del valle. El Río desbordado une en este caso los puntos altos y bajos del paisaje de veredas, subidas, bajadas al muelle, accesos a desniveles con una manta uniforme aunque movediza de inundación, el Río nivela lo desnivelado. Y la Ribera de Adoquines, resulta útil para el tránsito pesado, el recreativo vehicular y el peatonal unificados. La textura niveladora de adoquines funciona como infraestructura, con sus pliegues abre lugares, deja ver la estructura cruda del muelle subyacente y propone usos curatoriales en los fondeaderos, eleva las miradas de las personas en los albardones, a salvo de las inundaciones. Se propone implementarlo con el despliegue generalizado de adoquines regulares en forma de abanico, y en casos particulares, el adoquín en forma de piedra partida, irregular, asociado a la piedra de lastre de los barcos algo que existe ya en el entorno; de tamaños variables desde cantos rodados muy grandes (1,3 x 0,4m.) hasta la clásica piedra bola de Martín García, la piedra de Hamburgo (bloques de granito para veredas), y la piedra cuadrada blanda de Olavarria (de uso previo en veredas).
Los fondeaderos son lugares de intensidad. Hay suficiente profundidad en que la nave puede dar fondo, son sinónimo de puerto. Los puntos más bajos, buscan ser preservados como zonas arqueológicas/atractores culturales y proveedores de servicios. Allí estaba todo lo necesario para la vida y el trabajo en sociedad. En las excavaciones/fondeaderos se encuentran las zonas arqueológicas - todo lo que quedó enterrado.
El tercer eje es la gestión de la Herencia Técnica: dominar la infraestructura tecnológica y la contaminación. Se propone encauzar un despliegue integrador de adoquines, puentes, rieles, mobiliario, historia sanitaria y estaciones de bombeo contra inundaciones, como componentes extensivos y unificadores necesarios para la interpretación y el desarrollo de la conciencia global presente y futura: RIBERAS (R)
La ribera es la franja de tierra que está junto a un río o mar; es el terreno cercano al río, aunque no esté a su margen: la ribera forma las tierras bajas del valle. El Río desbordado une en este caso los puntos altos y bajos del paisaje de veredas, subidas, bajadas al muelle, accesos a desniveles con una manta uniforme aunque movediza de inundación, el Río nivela lo desnivelado. Y la Ribera de Adoquines, resulta útil para el tránsito pesado, el recreativo vehicular y el peatonal unificados. La textura niveladora de adoquines funciona como infraestructura, con sus pliegues abre lugares, deja ver la estructura cruda del muelle subyacente y propone usos curatoriales en los fondeaderos, eleva las miradas de las personas en los albardones, a salvo de las inundaciones. Se propone implementarlo con el despliegue generalizado de adoquines regulares en forma de abanico, y en casos particulares, el adoquín en forma de piedra partida, irregular, asociado a la piedra de lastre de los barcos algo que existe ya en el entorno; de tamaños variables desde cantos rodados muy grandes (1,3 x 0,4m.) hasta la clásica piedra bola de Martín García, la piedra de Hamburgo (bloques de granito para veredas), y la piedra cuadrada blanda de Olavarria (de uso previo en veredas).
Filtrándose sinuosamente en al ámbito urbano ribereño, la manifestación pública encuentra así su camino oscilante, de murguista, siguiendo el Riachuelo… demostraciones procesionales que serán los condimentos poéticos esenciales de la atmósfera boquense, intentando el próximo desconocido paso, dando presencia trascendente al espíritu humano en sus expresiones más locales. Las constelaciones urbanas ya existentes se intensifican en forma de continuidades ondulantes e intermitentes, construyendo la exaltación, el baile: lo velado y oculto socio-cultural se transforma de pronto en iluminación pública de la ciudad, reaparición de lo ordinario vuelto extraordinario, un nuevo y reconquistado territorio para la manifestación, la celebración y la realización colectivas, reconciliación pública y masiva que ocurre abierta frente a los ojos de toda la ciudad.
Autores: Arq. Claudio Vekstein - Arq. Atilio Pentimalli - Arq. Pablo Peirano.
Colaboradores: Ana Laura Arlia, Mariana Pons, Clara Miguens, Mihir Bavishi, Daniel Cifuentes, Daniel Diaz, Ryan Grabe, Carlos Hernandez, Kurt James.
Asesoramiento Ambiental y Paisajístico: Lucia Schiappapietra, Teresa Zvirgzdins