“…En las afueras vi un caudal de agua clara; la probé, movido por la costumbre: Al repechar la margen, un árbol espinoso me laceró el dorso de la mano. El inusitado dolor me pareció muy vivo. Incrédulo, silencioso y feliz, contemplé la preciosa formación de una lenta gota de sangre.
De nuevo soy mortal, me repetí. De nuevo me parezco a todos los hombres…”
El inmortal, Jorge Luís Borges.
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¿Cada vez que un hombre se encuentra a sí mismo al leer un libro, no está también encontrando a su vez su propia eternidad?
Hojas que cubren, ojos que leen, dan forma al stand de editores argentinos en Frankfurt, que encuentra su lugar bajo este árbol de la sabiduría.
Los anaqueles se alinean formando calles internas intercomunicadas por accidentes y giros del ritmo del módulo. Se busca recuperar la confusión y la excitación de caminar por calle Florida o Av. Corrientes, con librerías sin vidrio en el frente, abiertas, disponibles, donde los libros saltan a los ojos del paseante, donde los libros salen a la calle.
“la tierra nunca se olvida que el árbol es su primer pensamiento”
(Cuando los ángeles viajan, León Gieco).
Representa el universo, con diez cualidades ideales que se unen mediante veintidós caminos que representan las veintidós letras del alfabeto hebreo. Xul lo modifica incorporando términos propios, astrológicos, planetas y los signos del zodíaco. La idea última es siempre la misma: alcanzar la sabiduría universal, fuente infinita del conocimiento. (Critica de la obra)
“…De las generaciones de los textos que hay en la tierra
Sólo habré leído unos pocos,
Los que sigo leyendo en la memoria,
Leyendo y transformando…
…Ahora puedo olvidarlos. Llego a mi centro,
a mi álgebra y mi clave,
A mi espejo.
Pronto sabré quién soy.”
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Elogio de la sombra, Jorge Luís Borges.
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