"Tanto vivir entre piedras
yo creí que conversban
voces no he sentido nunca
pero el alma no me engaña.
Algún algo han de tener
aunque parezcan calladas
temblor, sombra o que se yo...
Igual que si conversaran.
Ojalá algún día pudiera vivir así,
sin palabras.
(...)".
"El árbol, el río, el hombre". Julio Cortázar (en voz de Atahualpa Yupanqui)
Para nuestros antepasados aborígenes, la tierra es un espacio sagrado obtenido como herencia. Sobre el mismo suelo, han nacido generaciones y generaciones que continuarán respetándola como legado y lugar donde desenvolver su cultura.
Las piedras grabadas, son el testimonio con el que contamos para comprender esa íntima relación, son los huesos de la tierra, son fósiles que dan cuenta de una historia no conocida ni difundida hasta el momento, pero conservada intacta en cada roca.
El nombre Pehuenches, es de origen araucano. Significa gente de los piñones o gente de los pinares (pehuén: pino, piñón; y che: gente). El Pehuén (o Araucaria) es considerado un árbol sagrado, al cual le brindan su agradecimiento y le atribuyen su existencia como pueblo, ya que su fruto, el piñón, es una de las principales fuentes de alimento de la comunidad.
"los hilos sumergidos de la espina,
hacen de tu alambrada cabellera
un pabellón de sombras minerales.
(...)".
"Oda a la Araucaria", Pablo Neruda.
El árbol que esparcirá sus frutos, será el punto de referencia para cada paisaje. Marcará el acceso a cada hito natural y agrupará a los estacionamientos junto con un pequeño conjunto de bancos y plataformas donde realizar una primera parada o esperar a la nueva reunión del grupo con que se esté realizando la visita.
Crear identidad sobre el paisaje neuquino, implica cargarla de significados, poniendo al descubierto, todo aquello que forma parte de su esencia, de su génesis, de aquella primera definición que nuestros antepasados le dieron. Es crear un imaginario, proponer visiones y develar alguna de sus posibilidades expresivas. Foto tomada durante el montaje del pabellón argentino en Frankfurt.
El proyecto inserta elementos que forman parte de la conformación material y geométrica de la tierra misma. Toma rasgos inscriptos en la génesis de la tierra neuquina que ya fueron sintetizados hasta el límite de lo geométrico por el arte rupestre. Las tramas geométricas contienen las formas del paisaje, la tierra y sus frutos. Nuestra intervención, genera urbanidad, pero respetando y resaltando la naturaleza circundante, estableciendo escenarios que faciliten la deseada interrelación del hombre con la misma, y a partir de ésta, el continuo nacer y renacer del propio paisaje: tierra nueva. El edificio, concentra bajo un único techo las réplicas de las piedras talladas, comportándose como una nueva roca encargada de preservar y perpetuar nuestra cultura originaria. “... Para los primitivos, los minerales (sobre todo las piedras y las rocas) son algo muy distinto que para nosotros. Según los indígenas (...), los animales y las plantas mueren, pero no las piedras. Éstas son para la tierra lo que los huesos son para el cuerpo.”("El alma primitiva". Lucien Lévy-Bruhl.). El Centro de Interpretación, es el espacio donde aguzar nuestros oídos y que los susurros de las rocas dejen de ser silencio, es el lugar donde comprender el pasado, y mirar hacia el futuro, es nuevo fósil para las generaciones venideras.
Los parasoles perimetrales del edificio dibujan como única fachada, líneas paralelas de luz y sombra. La cubierta nos trae imágenes de las antiguas tolderías aborígenes. El Centro de Visitas, busca solidarizarse con el presente de los herederos de las culturas pehuenches y mapuches a través de la ubicación de su patio. El desplazamiento del patio del centro de la planta, representa la situación de los pueblos originarios. Este corrimiento, este "estar fuera de su lugar", es el gran drama del aborigen desgarrado de su tierra.
“Al árbol ya cortado, no lo claves en tierra,
Porque su copa seca no engañará a los pájaros.
Al río que discurre, no le levantes diques,
Que allá en el aire libre cabalgarán las nubes.
Al hombre desterrado, no le hables de su casa,
La verdadera patria cara la está pagando.
El árbol ya cortado, el río que discurre y el hombre desterrado
Caro lo están pagando.”
“El árbol, el río, el hombre, Julio Cortázar (voz de Atahualpa Yupanqui)
"(...)
se abrió
como una rosa de madera
el colosal puñado
de tu puño,
y dejó
sobre
la mojada tierra
los piñones:
(...)".
Pablo Neruda.
Los paradores están formados y contenidos por la tierra, surgen de la propia naturaleza y de su lógica. Se materializan a partir de la repetición de una misma pieza de tierra consolidada, que toma como geometría la del piñón. El fruto caído del Pehuén, vuelve al suelo que le dió vida, y su estallido da forma a las distintas postas. Algunas veces los paradores nos llevan hasta el punto éxtasis del paisaje (Cañón de los Cóndores, Cerro Huaraco), o nos plantean otra alternativa más aérea de visuales (Lagunas de Epulafquen). Pero otras veces nos acompañan y nos orientan en la búsqueda del hito abandonándonos gradualmente en el camino para no interferir con él (Camino a Butalon, Los Bolillos, Cascada La Fragua). Construir con la misma tierra y con su íntima geometría, es construir paisaje del paisaje mismo, es descubrir un sentido oculto de nuestro suelo y hacer nacer una identidad de la tierra concebida de la misma tierra. Es hablar el mismo lenguaje de la tierra, el lenguaje de la esencia.
Atilio Pentimalli, Ana Laura Arlía, Matías Lien Benitez, Dana Saez, Julia Dalotto.