martes, 10 de marzo de 2009

Monstruoteca

Claro ejemplo de lo que no hay que hacer... dejarse llevar y dominar por un diseño.
Cuando proyectamos la monstruoteca, todavía no se llamaba así, apenas llegaba a bibliotequita. El viernes que nuestro carpintero Martín nos la trajo al estudio recién laqueada, solo nos dijo que ahí teníamos nuestro 69 y eso nos empezó a gustar. Nos dijo también, que las rueditas que debían llevar en su base, los dos módulos, no las pudo conseguir... que en la semana las traía. Cuando se fué, colocamos los módulos en las dos formas en que los habíamos proyectado... enfrentados, componiendo un rectángulo, espalda con espalda formando un... 69.

Para nosotros era suficiente, pero al no tener las rueditas en la base... empezamos a jugar. Divertirse y jugar en nuestra profesión... nunca debería ser de otra manera que pasarla bien trabajando y haciendo. Fuimos descubriendo (o nos fue mostrando), que se podía encastrar y aparear de muchas maneras distintas que las que habíamos pensado. Es más, las que diseñamos nosotros eran las más previsibles, las que ella sola propuso, durante todo el día siguiente, eran muchísimo más sugerentes y atrevidas que las nuestras... no paramos de sacarle fotos de sus peinados nuevos y de jugar con ella toda la tarde del sábado. Como aquel prólogo de Los Premios de Julito Cortázar, que nos cuenta como en un momento los personajes de la novela comenzaron a tomar sus propias decisiones y a pensar por sí mismos: "...El primer desconcerado he sido yo, porque empecé a escribir partiendo de la actitud central que me ha dictado otras cosas muy diferentes; después, para mi maravilla y gran diversión, la novela se cortó sola y tuve que seguirla, primer lector de episodios que jamás había pensado que ocurrirían a bordo de un barco de la Magneta Star...".
Nos enseño mucho y la queremos mucho por eso. A ella y a Julio. Desde ese día, vemos un proyecto, no como una creación nuestra sino como la creación de un sistema de condiciones y relaciones que permitan que suceda esto. Un nuevo ámbito, que proponga, que nos enseñe como es y qué le gustaria ser. Dejarlo abierto, múltiple, azaroso, descontroladamente atractivo... Descubrimos también, que los procesos proyectuales y las obras que más nos gustaban estaban también hechas de esto, de la misma materia. Nos conmovió.

Hoy en día, cada vez que pasamos por su lado, la molestamos un rato, la cambiamos, jugamos un rato y ella se rie. No faltan los días, en que nos devuelve una nueva pirueta y eso nos mata.
Ella sigue creciendo, nosotros también.

Monstruoteca, MDF laqueado. + info http://www.atiliopentimalli.com/